AVICULTURA | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Antônio Mário Penz Junior Universidade Federal do Rio Grande do Sul Departamento de Zootecnia Porto Alegre, RS |
|||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Tamaño de las partículas de las raciones Las características físicas de granulometria de una dieta son dadas por la relación volumen:peso; por el tamaño de las partículas que está expresado por el diametro geométrico médio (DGM) y por la variación en el tamaño de las partículas, que es descripto como desvio patron geométrico (DPG) donde el menor valor corresponde a una mayor uniformidad de las partículas. REECE, LOTT e DEATON (1986a) comentaron que es importante considerar no solo el tamaño de las partículas de las dietas de pollos de engorde sino tambien la uniformidad de la textura de las partículas. Los pollos de engorde tienen condiciones de seleccionar las partículas, prefiriendo las mayores, y esto puede ser motivo de desbalanceamiento de nutrientes por ingestión diferenciada. DIXON e HAMILTON (1981), estudiando la importancia del tamaño de las partículas de maíz bajo la acción del ácido propionico como inhibidor de hongos, verificaron que cuanto menor es el tamaño de las partículas mayor es la acción del antifúngico. Los autores atribuyeron este efecto al hecho de que partículas menores son mas facilmente envueltas por eo ácido orgánico y con mas facilidad el penetra en el substrato. Efecto del tamaño de las partículas en las características anatomo-fisiológicas de las aves
Tabla 1. Efecto del tamaño de las partículas de maíz, trigo y sorgo en los diferentes órganos de los pollos de engorde de 7 a 21 días de edad
Adaptado de Nir et al., (1994). Evaluación del efecto principal de la textura. *P<0,01 **P<0,02 ***P<0,07 Lott (1989), citado por LOTT et al. (1992), sugirió que la velocidad de pasaje de las partículas grandes por la molleja es más lenta que la de partículas pequeñas. Los autores (LOTT et al., 1992) compararon el desempeño de pollos entre 1 a 21 días de edad, recibiendo dietas con maíz con DGM de 0,716 e 1,196 mm. Ellos verificaron que los pollos que consumieron la dieta con mayor granulometria tuvieron peor desempeño. Ellos consideraron que el motivo puede haber sido que partículas grandes proporcionaron una velocidad de pasaje de la molleja para el intestino tan lenta que llego a comprometer el desempeño de los animales. NIR et al. (1994) demostraron que la reducción de velocidad de pasaje del alimento de la molleja para el intestino en pollos alimentados con dietas con granulometria mayor, vino acompañada por un aumento de consumo de dieta y una mejor velocidad de ganancia. También verificaron que partículas grandes presentes en el intestino delgado proximal aumentan el peristaltismo y mejoran la utilización de los alimentos (NIR et al., 1995). Efecto del tamaño de las partículas en la ingestión de alimento por las aves. LINDENMAIER e KARE (1959) relataron que el paladar y el olfato de las aves son menos desarrollados que el de los mamíferos. HILL (1971) describió que las aves tienen en la boca solamente 12 papilas gustativas rudimentarias, en contrapartida con los mamíferos, que tienen varios millares. Entre tanto, estas deficiencias son compensadas por mecanorreceptores localizados en el pico (BERKHOUDT, 1984). Las células receptoras responden al estímulo de contacto del alimento de forma similar que a los estímulos motivados por el paladar y por el olfato en los mamíferos, o sea, por la transmisión de impulsos centrales a través de las fibras aferentes del nervio glosofaríngeo. Estos receptores son encontrados principalmente en la punta de los picos inferior y superior (BERKHOUDT, 1994). McINTOSH et al. (1962) observaron que pollas en crecimiento, cuyos picos fueron cortados, no consumieron granos del tamaño de la ración de crecimiento. SAVORI (1979) comento que el tamaño y la consistencia de las partículas de los alimentos pueden afectar las respuestas sensoriales que establecen las alteraciones en los procedimientos de consumo. Ganchrow y Ganchrow (1985), citados por MACARI e FURLAN (1994), mapearon los receptores gustativos en aves y verificaron que de los 316 receptores, 69% están presentes en el paladar superior, 29% en el paladar inferior y apenas 2% en la lengua. Estos números son pequeños cuando los comparamos con los 15.000 receptores gustativos de los cerdos. MORAN (1982) mostró que las aves tienen dificultad de consumir partículas mayores o menores del tamaño de sus picos y esto es lo que establece para cada ave la preferencia por un determinado tamaño de partícula. PORTELLA, CASTON e LEESON (1988) confirmaron que la preferencia alimentaria por partículas de diferentes tamaños es influenciada por la edad de los pollos de engorde o ponedoras y debe estar relacionada con el tamaño del pico y no con la composición química del alimento. Los autores verificaron que pollos más jóvenes, al consumir la ración, producen mas finos y esto hace que la concentración de calcio aumente en la ración no ingerida. Los pollos con mas edad son más selectivos y durante el consumo de alimento producen menos finos y esto evita la separación de calcio. NIR, MELCION e PICARD (1990) comentaron que pollos jóvenes son capaces de identificar diferencias pequeñas en el tamaño de las partículas de los alimentos. En pollos de engorde, NIR et al. (1994) trabajaron con dietas a base de maíz, trigo o sorgo, donde los granos fueron molidos en molino a martillo y las partículas fueron separadas en finas (DGM de 0,57 a 0,67 mm), medias (DGM de 1,13 a 1,23 mm) y gruesas (DGM de 2,01 a 2,10 mm). Los pollos fueron alimentados de 1 a 21 días de edad con las dietas. En el período de 1 a 7 días, los autores no observaron ninguna diferencia de desempeño en los animales. Entre tanto, en el período de 7 a 21 días hubo diferencias (P<0,01). Pollos alimentados con partículas finas, independientemente del cereal utilizado, tuvieron menor consumo de ración, menor ganancia de peso y peor eficiencia alimentaria (Tabla 2). Tabla 2. Efecto del tamaño de las partículas de los cereales en el desempeño de pollos de engorde.
Adaptado de NIR et al., 1994. NIR, SHEFET y AARONI (1994) confirmaron estas consideraciones cuando, en un experimento con pollos de engorde, verificaron que a los siete días de edad los animales prefirieron partículas mayores (Tabla 3). En otro experimento los autores mostraron que el tamaño de partícula que presento el mejor resultado fue el de 0,769 mm de DGM y con el menor DPG. También MAGRO, RIBEIRO e PENZ (1998) verificaron que pollos de engorde con edad entre 21 a 42 días, consumieron mas ración y tuvieron mayor ganancia de peso cuando fueron alimentados con dietas producidas con maíz con mayor DGM (Tabla 4). Tabla 3. Efecto del tamaño de partículas de las dietas en el consumo de ración de pollos con 7 días de edad.
Adaptado de Nir, Shefet y Aaroni, 1994. Tabla 4. Efecto de la granulometria del maíz sobre el consumo de ración (CR), la ganancia de peso (GP), la conversión alimentaria (CA) y el peso de la molleja (PM) de pollos de engorde de 21 a 42 días de edad.
Magro, Ribeiro e Penz (1998) P <0,05 MUNT, DINGLE e SUMPA (1995) demostraron que ofreciendo la oportunidad de libre elección de ingredientes para pollos con 21 días de edad, en las primeras 56 horas de consumo, ellos tuvieron una elección errática de los ingredientes. Entre tanto, después de aquel período, la mitad del consumo fue de grano de trigo, 1/3 de un concentrado proteico con vitaminas y minerales y 1/7 de grano de sorgo. Por el análisis de consumo de ingredientes, los pollos alimentados a voluntad balancearon el consumo de nutrientes de manera similar al consumo de las dietas en harina o peletizada (Tabla 5). Luego, por aquellos resultados, se asume que el consumo no puede estar vinculado exclusivamente al tamaño de las partículas, como sugirieron PORTELLA, CASTON e LEESON (1988). Aparentemente, los pollos consiguen identificar sus necesidades nutricionales. Para este fenómeno se ha usado la expresión de “palatabilidad metabólica” y que no está condicionada al tamaño de las partículas pero si a necesidades nutricionales identificadas por el metabolismo intermediario. En el experimento de MUNT, DINGLE e SUMPA (1995), los pollos con libre elección de consumo de alimento tuvieron el mayor peso de molleja y el peor desempeño. Los autores sugirieron que esta perdida en el desempeño, aún consumiendo cantidades similares de nutrientes, puede haber sido debido al mayor ejercicio por la búsqueda de los nutrientes o por la demora del tracto digestivo, especialmente en la molleja, que tuvo que acomodarse anatómicamente para almacenar y favorecer el proceso de digestión de los granos enteros. Esto permite resaltar los riesgos de la desuniformidad de una dieta para pollos de engorde en que ellos pueden escoger las partículas de su preferencia comprometiendo el desempeño. Tabla 5. Composición nutricional de las dietas en harina y peletizada y de la mezcla de ingredientes consumidos a libre elección por pollos de 21 a 42 días de edad.
Adaptado de Munt, Dingle y Sumpa, 1995. PORTELLA, CASTON e LEESON (1988) evaluaron el efecto del cambio repentino de tamaño de partícula en el consumo de alimento. Los autores dividieron los pollos de engorde, con 21 días de edad, en dos grupos donde uno permaneció recibiendo la dieta peletizada y molida y el otro paso a recibir una dieta peletizada. Como puede ser visto en la Tabla 6, el cambio de tamaño de partículas no comprometió el consumo de alimentos de los pollos de esa edad. Entre tanto, los mismos autores (PORTELLA, CASTON e LEESON, 1987), trabajando con ponedoras, identificaron que el cambio de una dieta con partículas regulares para una dieta con partículas mayores que 2,36 mm promovió una reducción de consumo de alimento por un período de 4 días. Tabla 6. Efecto del cambio de tamaño de las partículas en el consumo de pollos de engorde.
Adaptado de Portella, Caston y Leeson, 1988. P>0,05 NIR et al. (1995) evaluaron el tipo de molido en el desempeño de pollos de engorde y verificaron que, cuando el sorgo fue molido en molino de rolo, la ganancia de peso de los machos y de las hembras fueron estadísticamente superiores (P<0,01) a los de los pollos alimentados con dieta molida en molino a martillo. Este mejor desempeño fue favorecido por el mayor DGM de la dieta molida en el molino a rolo. Por lo tanto, los autores también recomendaron considerar el DPG en las evaluaciones de granulometria y que, según ellos, cuanto menor el valor de DPG mejor el desempeño de los pollos. La presencia de polvo en la dieta, que favorece el aumento de DPG, también causa aglomeración de material pastoso en el pico, aumenta el consumo de agua y la perdida de alimento en los bebederos (ELEY e BELL, 1948). Basados en todos los resultados de desempeño y fisiológicos, los autores (NIR et al., 1994) sugirieron que pollos jóvenes prefieren dietas con granos con tamaño de partícula con DGM en torno de 0,7 e 0,9 mm. Estos valores confirman aquello propuesto por NIR, SHEFET e AARONI (1994), que sugirieron 0,769 como mejor DGM para una dieta a base de maíz, para pollos de engorde de entre 1 a 21 días (P<0,01) y contrarían el valor de DGM propuesto por LOTT et al. (1992), que determinaron que partículas con DGM de 1,196 mm, en dietas a base de maíz y harina de soja, son muy grandes y pueden perjudicar el desempeño de pollos de engorde jóvenes. Entre tanto, los autores (NIR, SHEFET e AARONI, 1994) también llamaron la atención que DGM no debe ser la única medida para evaluar el tamaño de partícula de la dieta. Es importante que también sea observado el DPG, que representa la variabilidad de tamaño de las partículas entre si. Los autores mostraron que cuando el DPG se aproximo de 2, independientemente del DGM, el desempeño de los pollos de engorde fue perjudicado (P<0,01) (Tabla 7). Tabla 7. Efecto del tamaño de las partículas en el desempeño de pollos de 21 días de edad.
Adaptado de Nir, Shefet y Aaroni, 1994. Peletización MORAN (1987) comento que una de las ventajas de la peletización es que las aves prefieren ingerir partículas un poco menores que su cavidad bucal. También cito que las aves producen poca saliva, que es bastante viscosa. Asi, cuando la ración es ofrecida en forma de pellet, por el tamaño de las partículas, esta poca cantidad de saliva es suficiente para hacer la lubricación mínima del tracto gastrointestinal anterior. Dietas en harina o peletizadas con alto porcentaje de finos perjudican la ingestión de alimentos. También, cuando la dieta tiene ingredientes que favorecen la reacción con la saliva (trigo, cebada, centeno), ocurre la formación de una pasta, que dificulta todavía mas la ingestión de alimento pues ella se adhiere al ángulo de la boca, donde están los ductos salivares, comprometiendo la secreción de saliva. MORAN (1987) también afirmo que la peletización aumenta la digestibilidad de los nutrientes por la acción mecánica y por la temperatura del proceso. En el caso de los carbohidratos, la digestibilidad aumenta pues la temperatura desagrega los gránulos de amilosa y amilopectina, facilitando la acción enzimática. La peletización también promueve una alteración de las estructuras terciarias naturales de las proteínas, facilitando la digestión posterior de las mismas. JENSEN et al. (1962) verificaron que pollos de engorde, alimentados con una dieta peletizada, gastaron un tercio del tiempo para consumir la misma cantidad de ración ingerida por aquellos pollos de engorde que recibieron la dieta en harina (Tabla 8). Ellos afirmaron que la peletización beneficia el desempeño de las aves pues ellas gastan menos tiempo para ingerir el alimento y por consecuencia, reducen el gasto de energía para el consumo, dejando mas energía disponible para ganancia de peso. Los mismos autores encontraron resultados semejantes cuando alimentaron pavos en crecimiento. Tabla 8. Efecto de la forma física del alimento en el tiempo y en la cantidad de alimento consumido por pollos de engorde de 21 a 28 días de edad.
Adaptado de Jensen et al., 1962. KLEIN, KESSLER e PENZ (1995) estudiaron el efecto de la forma física de la dieta (peletizada o en harina) sobre las respuestas del metabolismo energético de pollos de engorde de 21 a 42 días de edad. Usando la técnica de faena comparativa, los autores verificaron que la peletización favorece (P<0,05) el consumo, la retención y la eficiencia de retención de energía metabolizable aparente (EMA). Este aumento de la retención de energía, causado por la peletización, no afecta la cantidad de proteína retenida/día (P>0,05) pero afecta significativamente la retención de grasa bruta. Asi, en animales recibiendo una dieta peletizada, el porcentual de energía bruta retenida como proteína diminuye y el percentual de energía bruta retenido como grasa bruta aumenta (Tabla 9). Estas observaciones justifican los resultados de la literatura, que demuestran que aves alimentadas con dietas peletizadas tienden a tener mayor deposición de grasa y, por consecuencia, menor deposición de proteína (AVILA et al., 1995b) (Tabla 10). Tabla 9. Efecto de la forma física de la dieta sobre las respuestas del metabolismo energético de pollos de engorde, de 21 a 42 días de edad.
Adaptado de Klein, Kessler y Penz, 1995. Tabla 10. Efecto de la forma física de la ración en la composición de la carcaza de pollos de engorde machos, con 46 días de edad.
Adaptado de Avila et al., 1995. P<0,05 Varias son las teorías que tratan de los mecanismos de regulación de consumo de alimentos por los animales. Entre ellas pueden ser citadas las teorías glicostática, aminostática, lipostática, termostática e ionostática. Entre tanto, según una revisión presentada por el Consejo de Investigación Americano (NRC, 1987), los mecanismos de regulación del consumo de las aves están en las estructuras cerebrales que interpretan las diferencias de los nutrientes consumidos y no son suficientemente conocidos. Entre tanto, así con esta controversia, la hipótesis que sustenta que los pollos de engorde se alimentan para satisfacer sus exigencias energéticas todavía es bastante consistente. Varios son los trabajos disponibles en la literatura que confirman esta hipótesis. LECZNIESKI et al. (1996), trabajando con pollos de engorde con edad entre 21 a 42 días, mostraron que el consumo de ración disminuye con el aumento de la energía metabolizáble de las dietas tanto en harina como peletizadas (Tabla 11). Para un mismo nivel de energía, cuando las dietas tenian baja energía metabolizáble (2800, 2900 e 3000 kcal/kg), el consumo de alimento fue mayor cuando la ración fue ofrecida a los pollos de engorde en forma peletizada. Con dietas con nivel mas elevado de energía metabolizáble (3100 e 3200 kcal/kg) el consumo de ración de las aves fue similar, independientemente de su forma física. Dependiendo del nivel de energía metabolizáble de la dieta, esta observación contraria o no aquella de JENSEN et al. (1962), que no observaron un aumento de consumo de ración con la introducción de dieta en forma peletizada. Tabla 11. Efecto de la forma física y del nivel de energía metabolizáble de la dieta en el consumo de ración (kg) de pollos de engorde de 21 a 42 días de edad.
Adaptado de Lecznieski et al., 1996. P<0,05 Entre tanto, en una amplitud de energía metabolizáble de 2800 a 3200 kcal/kg en la ración el consumo de energía fue bastante similar. En aquel experimento (LECZNIESKI, 1996) también fue evidente que la forma física de la dieta puede afectar el consumo de energía metabolizáble cuando el tenor de energía de la dieta es baja (Tabla 12). En aquel mismo trabajo los autores mostraron que las aves recibiendo las dietas peletizadas tuvieron mayor ganancia de peso (P<0,01) y conversión alimentaria (P<0,05) de aquellas que consumieron ración en harina. En tanto, dietas peletizadas proporcionaron un acumulo mayor de grasa abdominal que dietas en harinas (P<0,05). También el aumento de la energía metabolizáble de las dietas promovió un aumento del tenor de grasa abdominal, independientemente de la forma física de la ración (P<0,05). En el inicio de la década del setenta (SLINGER, 1972) ya se había demostrado que la adición de grasa en las dietas peletizadas para pollos de engorde solo era efectiva cuando las mismas tenían baja energía metabolizáble. En tanto, el mismo autor verifico un aumento de peso de las aves alimentadas con ración suplementada con aceite cuando ella estaba en forma de harina. Su argumentación es que las aves no consiguen consumir suficiente cuando la dieta está en forma de harina y aumentando la energía esta deficiencia queda compensada. De cualquier forma, estos dos trabajos muestran que la peletización permite manipular el nivel de energía de la ración y por consecuencia, la cantidad de aceite adicionada a la misma. Tabla 12. Efecto de la forma física y del nivel de energía metabolizáble de la dieta en el consumo de energía metabolizáble (kcal) de pollos de engorde de 21 a 42 días de edad.
Adaptado de Lecznieski et al., 1996. El uso de la dieta peletizada puede ser una alternativa para aumentar el consumo de alimento y por consecuencia, el desempeño de pollos de engorde cuando son sometidos a alta temperatura ambiental. HOWLIDER e ROSE (1992) mostraron que la peletización de una dieta con baja energía metabolizable aparente (EMA) promueve la misma ganancia de peso en machos y hembras que el aumento de EMA de l a dieta en harina, cuando la temperatura está próxima de la zona de confort térmico del animal. En ambientes con altas temperaturas el efecto de la peletización es mas marcante. Independientemente de la temperatura ambiental, el consumo de EMA/kg de ganancia de peso, para cada tipo de dieta y sexo no se modifico. En tanto, lo que llamo la atención es que la peletización diminuyo los valores de consumo de EMA/ganancia de peso, fue comparado con los consumos de aves recibiendo las dietas en harina, con la misma o con diferente EMA de la ración (Tabla 13). Esta mejor eficiencia de utilización de EMA es lo que hace que la peletización sea una alternativa interesante, así mismo en ambientes calientes, cuando la tendencia, para algunos, es la de aumentar la EMA de la dieta para aumentar la participación de grasa en la formula y eventualmente, disminuir el incremento calórico. Tabla 13. Efecto de la peletización y del nivel de energía metabolizáble de la dieta en el Desempeño de pollos de engorde, de 22 a 49 días de edad.
Adaptado de Howlider y Rose, 1992. Temperatura y Dieta (P<0,01) Ademas de las ventajas anteriormente citadas, la peletización puede disminuir la contaminación microbiana de las raciones. McCAPES et al. (1989) afirmaron que cuando la temperatura y la humedad de peletización fueron respectivamente, 87,5oC y 14,5%, organismos como salmonella y en algunos casos, E. coli pueden ser eliminados. VOETEN e VAN DE LEEST (1989) afirmaron que para reducir la contaminación de las raciones de pollos de engorde la temperatura de peletización debe ser de 80 a 82oC. NILIPOUR (1993) confirmo que altas temperaturas de peletización elimina E. coli de las dietas y reduce la presencia de salmonella. En tanto, es muy importante verificar las condiciones sanitarias de la fábrica de ración. Muchas veces productos contaminados son esterilizados por la peletización y terminan almacenados en ambientes tan contaminados como aquellos en los que las materias primas contaminadas estaban colocadas. El proceso de recontaminación ocurre en un espacio de tiempo muy pequeño, comprometiendo una de las razones mas importantes de la peletización. Este problema ha sido observado en fábricas de ración para reproductoras pesadas, en las que la peletización es justificada por la esterilización del alimento. Esta esterilización puede estar comprometida, dependiendo de la higiene encontrada en la fábrica de ración. Todavía la peletización puede ser considerada conveniente para la producción de pollos, pues evita la selección de los ingredientes que componen la dieta, diminuye el desperdicio de ración, favorece que la ración fluya mejor en los comederos, evita la segregación de los ingredientes durante el transporte, aumenta la densidad del producto final y aumenta la capacidad de transporte y almacenamiento En tanto, la peletización puede traer algunas desventajas para los pollos. Las primeras consideraciones sobre los prejuícios de la peletización de las dietas fueron de carácter práctico. CALET (1965) sugirió que raciones peletizadas inducían al canibalismo y propiciaban un aumento de consumo de agua, favoreciendo el aparecimiento de camas húmedas. El autor llego al punto de considerar que dietas peletizadas podrían inducir a las aves a tener problemas nerviosos, aunque el no había especulado de que manera estos disturbios podrían ocurrir. Otra consideración preliminar es de que el costo de los equipamientos para la peletización son muy caros. Además de esto, el precio de los equipamientos aumenta proporcionalmente con el interés en mejorar la calidad de los pellets producidos. Otra desventaja citada por varios autores es comentada en este trabajo por la cita del trabajo de KLEIN (1996) y de AVILA et al. (1995b) y el hecho de que dietas peletizadas proporcionan la producción de carcazas de pollos de engorde con mas concentración de grasa. MORAN (1987) comento que el tratamiento térmico excesivo durante la peletización puede comprometer la digestibilidad de la lisina. Este aminoácido, en ambiente con alta temperatura, puede reaccionar con carbohidratos y por la reacción de Millard, puede tornarse menos disponible. NILIPOUR (1993) también sugirió que el exceso de temperatura puede comprometer la disponibilidad de algunas vitaminas como la A y E y también de algunos antibióticos. Otra desventaja que ha sido atribuida a la peletización es el aumento de los casos de ascitis el los planteles avícolas. NIR et al. (1995) confirmaron esta situación cuando demostraron que machos alimentados con dieta peletizada murieron en mayor número (P<0,01) que aquellos alimentados con dietas en harina (Tabla 14). Tabla 14. Efecto de la forma física de la ración en la incidencia de mortalidad por ascitis en Pollos de engorde.
Adaptado de Ir et al., 1995. La peletización también puede comprometer la estabilidad de las enzimas adicionadas a los ingredientes. GRAHAM e INDORR (1993) realizaron un experimento para evaluar el efecto de la temperatura de peletización sobre la viscosidad del alimento en el intestino y sobre el desempeño de los pollos de engorde alimentados con dietas conteniendo o no enzimas. El experimento mostró que la peletización debe ser hecha con temperatura igual o inferior a 85oC (Tabla 15). Cuando no fue posible trabajar con temperatura igual o inferior a este valor, las enzimas debieron ser adicionadas después de la peletización en forma líquida. Tabla 15. Efecto de la temperatura de peletización sobre la acción de las enzimas adicionadas antes del tratamiento térmico de la ración.
Adaptado de Graham e Indorr, 1993. La consistencia de los pellets depende de varios factores como tipo de ingrediente, calidad de matriz empleada, de humedad de la ración, de la temperatura del proceso, de la presión en el sistema, del cuidado con los pellets después de producidos, etc. MORAN (1987) comento que una de las principales causas de una mala calidad de los pellets de una ración es la cantidad de su energia. La adición de 1% a 2% de aceite a una dieta que va ser peletizada normalmente favorece el proceso de peletización y aumenta la vida útil de la matriz de la peletizadora (FEED MILLNG HANDBOOK, 1980). Otros autores entienden que estos valores son muy elevados y sugieren 0,5% (ANDREW, 1972). Sin embargo se considera que un nivel alto de aceite adicionado a la dieta compromete la calidad del pellet pues el aceite, durante la mezcla de la ración, envuelve los gránulos de almidón y por ser hidrófobo, impide la entrada de agua en los gránulos, dificultando la hidrólisis de los mismos y reduce la capacidad aglutinante que el almidón tiene. Esta es la principal razón para adicionar aceite después de la peletización, cuando una alta cantidad debe ser incluida en la dieta. Después de la peletización los pellets estarán bien constituidos y esta adición de aceite ocurrirá sobre pellets y no dentro de ellos. La importancia de la rigidez de los pellets ha sido cuestionada por varios investigadores. En la práctica, existen dos corrientes que tratan este asunto. Una, sustentada por la industria avícola americana, y seguida por la industria brasilera, y la otra por la industria avícola europea. La primera le otorga poca importancia a la calidad de los pellets y porcentaje de granos finos de la ración y la segunda exige raciones casi exentas de fino. La preocupación de los europeos con la baja presencia de finos de las dietas de pollos de engorde es tan significativa que las dietas dejan las fábricas casi libres de finos y los camiones transportadores usan un sistema neumático para descargar la ración en las granjas. Ellos no usan el sistema convencional de descarga que emplea la rosca transportadora, que es usado en Estados Unidos de América y en Brasil. El sistema de rosca compromete la calidad de los pellets, independientemente de su rigidez. Asi, la presencia de finos puede ser tratada de dos maneras, dependiendo del punto de vista. Sin embargo es importante recordar que hacer una dieta mal peletizada, cuando es exigido que ella tenga pellets de alta resistencia, tiene un costo mas caro de producción pues los finos deberán ser reciclados para una nueva peletización. En realidad, este es un reproceso y reduce la capacidad de producción de los equipamientos. Sobre este asunto KLEIN (1996) estudio los efectos de la forma física y de la presencia de finos en dietas de pollos de engorde, de 21 a 42 días de edad, conteniendo dos niveles diferentes de energía metabolizáble. La autora verifico que, independientemente del nivel energético, las dietas que sufrieron tratamiento térmico fueron las que propiciaron los mejores desempeños de los pollos de engorde. Entre las dietas peletizadas, a medida que aumento el porcentual de finos los resultados de desempeño empeoraron, siendo en algunos casos en forma estadísticamente significativa (Tabla 16). También fue verificado que las carcazas de los pollos de engorde que recibieron las dietas peletizadas tuvieron mayor concentración de grasa y menor deposición de proteína. En realidad, la autora enfatizo que la reducción de proteína de la carcaza ocurrió no porque ella había diminuido, sino porque la grasa de la carcaza aumento, diluyendo la proteína. Estos resultados están de acuerdo con las observaciones de KLEIN, KESSLER e PENZ (1995). Tabla 16. Efecto de la forma física y del nivel de energía metabolizáble de la dieta en el consumo de ración (g), en la ganancia de peso (g) y en la conversión alimentara) de pollos de engorde corte de 21 a 42 días de edad.
Adaptado de Klein, 1996.
También KLEIN (1996) evalúo la preferencia de los pollos por diferentes tamaños de partículas. La autora observo que los pollos, independientemente de los tratamientos, siempre preferían ingerir en primer lugar las partículas de mayor tamaño (Tabla 17).
Tabla 17. Efecto de la forma física y del nivel de energía metabolizable de la dieta en el porcentaje de ración derretida en la zaranda de 4 mm, en diferentes horarios.
Adaptado de Klein, 1996.
McNAUGHTON (1987), citado por NILIPOUR (1993), sugirió que un nivel óptimo de pellets para una ración de pollos de engorde es de 65 a 80%, o sea, el autor admitió un porcentual de finos en la dieta en torno del 20 al 35%. Una publicación de RHODIA NUTRIÇÃO ANIMAL (1992) sugirió que 10 a 15% de finos puede ser considerado normal para una dieta de pollos de engorde. Desde luego, también existen controversias sobre estos valores. Sin embargo, KLEIN (1996) mostró en su trabajo que cuanto menos finos tiene una ración mejor es el desempeño de los pollos de engorde.
La calidad de los pellets puede ser mejorada empleando alimentos que favorecen la aglutinación de las partículas, como el trigo. También pueden ser usados productos a base de lignosulfatos, entre ellos el de calcio. El problema de estos productos, llamados aglutinantes, es que ellos no tienen valor nutricional y por las cantidades recomendadas, ocupan una parte significativa de las fórmulas de las raciones, lo que aumenta el costo de las dietas de alta energía.
Algunos estudios han sido hechos evaluando la influencia del tamaño de las partículas de los ingredientes en la calidad de los pellets. NILIPOUR (1994), coincidiendo con la mayoría de los autores citados en la literatura, afirmo que partículas finas y uniformes favorecen la absorción de água, indispensable para la predigestión de los ingredientes y para la formación de pellets mas rígidos. Evidentemente que para la obtención de partículas mas finas hay un mayor gasto de energía durante la molienda. Sin embargo, según el autor, esto es conveniente pues partículas mayores permiten una mayor ruptura de los pellets, produciendo mas finos, lo que no es tolerado por los pollos de engorde. En tanto, REECE, LOTT y DEATON (1986), estudiando el efecto del tamaño de las partículas de maíz en la durabilidad de los pellets, contrarían lo preconizado por NILIPOUR (1994) (Tabla 18). Los autores usaron molino a martillo con zarandas de 3,18; 6,35 y 9,53 mm, que proporcionaron respectivamente, diámetros geométricos medios de 0,679; 0,987 y 1,289. Usando el test de Seedburo (KSU), verificaron que las partículas poco afectan la resistencia de los pellets. Sin embargo, los mejores pellets fueron obtenidos con el maíz de partículas mayores. Confirmando la importancia del tamaño de partícula de los ingredientes en el desempeño de los pollos de engorde, NIR et al. (1994) mostraron que a los 7 días de edad las aves que recibieron dieta con partículas mayores tenían peso y contenido de molleja mayores, pH en la molleja menor y peso de duodeno menor. La misma tendencia fue verificada con el peso y el contenido de yeyuno+íleon y con el peso de los ciegos. El pH del intestino fue mayor. Estas mismas tendencias fueron verificadas en pollos de engorde con 21 días de edad. Asi, para la resistencia de los pellets, aun teniendo la constatación de REECE, LOTT e DEATON (1986), es recomendado el uso de partículas mas finamente molidas. Sin embargo, fisiológicamente la molienda de las partículas tiene un limite, que por debajo del mismo, el animal puede responder con perdida de desempeño. Es importante resaltar que muchos de estos trabajos han sido hechos en condiciones tan especiales y con poca descripción del proceso empleado, que pueden generar resultados no esperados como estos. Los resultados contradictorios deben estimular a la investigación en esta área pues la importancia, sobre el punto de vista del costo energético de producción y del desempeño de los animales, es muy grande.
Tabla 18. Efecto del tamaño de las partículas de maíz en la durabilidad de los pellets.
Adaptado de Reece, Lott y Deaton, 1986. * Peso de pellets retenidos en la zaranda de 3,35 mm, después de volcar 2000 g de muestra en el determinador de durabilidad Seedburo (KSU).
Identificar el beneficio económico del proceso de peletización en la producción avícola es el mayor desafío para los técnicos que estudian el tema. Primeramente porque existen varias opciones de equipamiento en el mercado y con precios muy diferentes. También es importante evaluar que alteraciones de costo ocurren frecuentemente, lo que dificulta la decisión. En tanto, los trabajos de los investigadores de EMBRAPA-CNPSA, en Concordia, Santa Catarina (AVILA et al., 1995a, AVILA et al., 1995c) han demostrado que el uso de dietas en harina o triturada (peletizada y molida) para pollos de engorde hasta los 21 días de edad siempre presentan mejor retorno económico para la producción, cuando de los 21 a los 42 días de edad los animales son alimentados con dieta peletizada. El uso de dieta en harina siempre compromete los beneficios de ganancia de peso y de eficiencia económica de los lotes (Tabla 19). Tabla 19. Efecto de la forma física de la dieta en la respuesta económica de los pollos de engorde machos, criados hasta 32 días, en ambiente caliente.
Adaptado de Avila et al., 1995a.
Uso de granos enteros en la alimentación de pollos de engorde Varios fueron los motivos que llevaron a los investigadores a evaluar la posibilidad de emplear granos de cereales enteros en dietas de pollos de engorde. ROSE et al. (1995) comentaron que en Inglaterra los procesos de almacenamiento, molido, mezclado, peletización y transporte de estos granos hacen que sus costos aumenten hasta un 20%.
Algunos trabajos han sido presentados empleando granos enteros de trigo en la ración de ponedoras en recría (McINTOSH et al., 1962), en producción (O'NEIL, 1964) o en pollos de engorde (COVASA e FORBES, 1994 e ROSE et al., 1995). Estos trabajos han sido estimulados, pues facilitan el uso de ciertos granos como el trigo, reduciendo los costos y las dificultades de molienda. BENNETT, CLASSEN e RIDDELL (1995) diluyeron la ración con niveles crecientes de granos de trigo, siendo el trigo ofrecido en forma de granos enteros o peletizados/molidos (molidos). Las ganancias de peso y las mortalidades de los machos y de las hembras no fueron afectados por la dilución de la dieta con trigo y por la forma física con que el trigo fue empleado. La dilución de la dieta con trigo afecto la conversión alimentaria de los machos en el final del experimento pero no afecto la conversión alimentaria de las hembras. En la Tabla 20 están presentados los valores de ganancia de peso y de conversión alimentaria de los promedios de machos y hembras, así como los valores de conversión alimentaria de machos al final del experimento. Los autores también concluyen que la molleja de los pollos es capaz de adaptarse para favorecer la molienda del trigo entero . Todavía concluyeron que la dilución de la dieta con los diferentes niveles de trigo (entero o molido) no fue suficiente para comprometer la ganancia de peso de los pollos (machos y hembras) pero comprometió la conversión alimentaria de los machos, pues posiblemente, ellos necesitan de mas proteína en la dieta que las hembras. Ellos afirman que las perdidas fueron debidas a la dilución de la dieta y no por la forma física del trigo ofrecido a los animales, una vez que los pollos de los tratamientos 4 y 5 tuvieron los mismos resultados de conversión alimentaria. Tabla 20. Efecto de la dilución de la dieta con trigo o de la forma física del trigo en la ganancia de peso (g) y en la conversión alimentaria (kg/kg) de pollos de engorde.
Adaptado de Bennett et al., 1995. P<0,05 I=inicial C=crecimiento F=final TI=trigo entero TPM=trigo peletizado/molido MUNT, DINGLE e SUMPA (1995), alimentando pollos de engorde de 21 a 42 días de edad, con dietas peletizadas, en harina o con ingredientes separados para libre elección, también verificaron que aquellos animales que consumieron la dieta peletizada tuvieron mejor peso corporal que aquellos que recibieron dieta en harina. Los pollos que tuvieron libre acceso a los ingredientes tuvieron el peor peso a los 49 días de edad. El porcentaje de elección de los pollos para las diferentes opciones está demostrado en la Tabla 21. Los autores sugirieron que el posible bajo consumo de sorgo por los pollos fue como consecuencia de una eventual preferencia de ellos por el trigo, lo que no coincide con las observaciones de CUMMING (1983), que observo que los pollos preferían el sorgo en vez del trigo. Los autores (MUNT, DINGLE e SUMPA, 1995) también atribuyeron el rechazo al sorgo por la posible menor palatabilidad de este, causada por el tanino en baja concentración.
Tabla 21. Consumo de los ingredientes ofrecidos a los pollos de engorde de 21 a 42 días De edad.
Adaptado de Munt, Dingle e Sumpa, 1995. Conclusiones La granulometria es un asunto extremadamente importante en la producción de raciónes pues la alteración del tamaño de las partículas puede cambiar el costo de producción como puede alterar el desempeño de los pollos de engorde. Sobre el punto de vista del desempeño animal, aparentemente lo que vale para monogástricos mamíferos no necesariamente vale para las aves. Los primeros prefieren partículas menores y los otros partículas mayores. La peletización puede ser una alternativa interesante cuando el tema es el tamaño de partículas y el desempeño. Como el costo de energía ha sido muy cuestionado, se han hecho trabajos s para viabilizar el uso de granos enteros en la alimentación de las aves. Los resultados son promisorios. En tanto, lo más importante para destacar en una revisión de este tipo, es que todavía deberá hacerse mucho en esta area y que también muchos trabajos hechos en condiciones extremadamente controladas, en laboratorios y en granjas experimentales, no obligadamente repetirán los resultados que se obtengan en el campo. La industria deberá convalidar varios de estos conceptos antes de ponerlos en practica.
Bibliografía Andrew. J. 1971. Pelleting: a review of why, how, value and standards. Poultry Digest 50(8):64-71. Avila, V.S., V.F.B. Roll, P.S. Rosa, A.L. Guidoni e R.L. Kerber. 1995a. Efeito da forma física da ração no desempenho de frangos de corte machos criados no verão, até 32 dias de idade. Anais do Simpóio APINCO de Ciência e Tecnologia Avícolas. pp 209-210. Avila, V.S., P. S. Rosa, F. Rutz, P.A.R. Brum e V.F.B. Roll. 1995b. Efeito da forma física da ração no desempenho de frangos de corte machos criados no verão, até 32 dias de idade. Anais do Simpóio APINCO de Ciência e Tecnologia Avícolas. pp 211-212. Avila, V.S., P. S. Rosa, A.L. Guidoni, V.F.B. Roll e P.A.R. de Brum. 1995c. Desemepnho de frangos de corte machos criados no verão, até 46 dias de idade, como rações de formas físicas diferentes. Anais do Simpóio APINCO de Ciência e Tecnologia Avícolas. pp 213-214. Bennett, C.D., H.L. Classen e C. Riddell, 1995. Live performance and health of broiler chickens fed diets diluted with whole or crumbled wheat. Can. J. Animal. Sci. 75:611-614. Berkhoudt, H. 1984. Structure and function of avian taste receptors. Vol. 3 in: Form and Functions in Birds. Academic Press. New York. NY. Calet, C. 1965. The relative value of pellets versus mash and grain in poultry nutrition. World's Poultry Science Journal. 21(1):23-52. Covasa, M. e J.M. Forbes. 1994. Performance of broiler chickens as affected by split time feeding and wheat-diluted diet. Pp 457-458. In: Proceedings 9th European Poultry Conference. vol 1. World's Poultry Sci. Assoc. Glasgow, U.K. Cumming, R.B. 1983. Further experiments on choice feeding in poultry. In: Farrell, D.J. e P. Vohra. Recent Advances in Animal Nutrition in Australia, pp.313-316 (Armidale, NSW, University of New England). Dixon, R.C. e P.B. Hamilton. 1981. Effect of particle sizes of corn meal and a mold inhibitor on mold inhibition. Poultry Sci. 60:2412-2415. Eley, C.P. e J.C.Bell. 1948. Particle size of broiler food as a factor in the consumption and excretion of water. Poutry Sci. 27:660. Feed Milling Handbook. 1980. Cooperative Extension Service. Mississipi. 100p. Graham H. e J. Inboor. 1993. Stability of enzymes during processing. Feed Mix. 1(3):18. Gottschaldt, K.M. e S. Lausmann, 1974. The peripheral morphological basis of tactile sensibility in the beak of geese. Cell Tissue Res. 153:477-496. Hill, K.J. 1971. The structure of the alimentary tract. in: Bell, D.J. e Freeman, B.M. Physiology and Biochemistry of The Domestic Fowl, volume 1, pp.1-23, London, Academic Press. Howlider, M.A.R. e Rose, S.P. 1992. The response of growing male and female broiler chickens kept at different temperatures to dietary energy concentration and feed form. Animal Feed Sci. Tech. 38:71-78. Jensen, L.S., L.H. Merril, C.V. Reddy e J. McGinnis. 1962. Observations on eating patterns and rate of food passage of birds fed pelleted and unpelleted diets. Poultry Sci. 41:1415-1419. Klein, C.H. 1996. Efeito da forma física e do nível de energia da ração sobre o desempenho, a composição da carcaça e a eficiência de utilização da energia metabolizável consumida por frangos de corte. Dissertação de Mestrado. Porto Alegre, 109 p. UFRGS. Klein, C.H., A.M. Kessler e A.M. Penz Jr. 1995. Efeito da forma física da ração sobre alguns parâmetros de metabolismo energético de frangos de corte. Anais da XXXII Reunião Anual da Sociedade Brasileira de Zootecnia. Brasília, DF. pp.482-483. Lindenmaier, P. e M.R. Kare, 1959. The taste end organ of the chicken. Poultry Sci. 38:545-550. Lecznieski, J., A. Maiorka, C.E.T. Meinerz, A.V. Kolling e A.M. Penz Jr. 1996. Efeito da forma física e do nível de energia da ração sobre o desempenho em machos de frangos dee corte dos 21 aos 42 dias de idade. Anais da Conferência APINCO 1996 de Ciência e Tecnologia Avícolas. p 57. Lott, B.D., E.J. Day, J.W. Deaton e J.D. May 1992. The effect of temperature, dietary energy level and corn particle size on broiler perfonmance. Poultry Sci. 71:618-624. Macari M. e Furlan L.R.. 1994. Fisiologia aviária aplicada a frangos de corte, FUNEP/UNESP, Jaboticabal. McCapes, R.H., H.E. Ekperigin, W.J. Cameron, W.L. Ritchie, J. Slagter, V. Stangeland e K.V. Nagaraja. 1989. Effect of a new peletting process on the level of contamination ofpoultry mash by Escherichia coli and Salmonella. Avian Disease 33:103-111. Magro, N., Ribeiro, A.M.L e A.M. Penz Jr. sd. Efeito da granulometria do milho no desempenho de frangos de corte de 21 a 42 dias de idade. Anais da Sociedade Brasileira de Zootecnia. Pg 50-51. 1998. McIntosh, J.I., S.J. Slinger, S.J. Sibbald e G.C. Ashton. 1962. The effects of three physical forms of wheat on the weight gain and feed efficiencies of pullts from hatching to fifteen weeks of age. Poultry Sci. 41:438-444. Moran, E.T. Jr. 1982. Comparative Nutrition of the Fowl and Swine - The Gastrointestinal Systems. University of Guelph, Guelph, Ontario, Canada. Moran, E.T. 1987. Pelleting affects feed and its consumption. Poultry. April/May:30-31. Munt, R.H.C., J.G.Dingle e M.G. Sumpa. 1995. Growth, carcase composition and profitability of meat chickens given pellets, mash or free-choice diets. British Poultry Sci. 36:277-284. National Research Council. 1987. Predicting feed intake of food-producing animals. 83 p. Nilipour, A. 1993. ¿La peletización mejora el depempeño? Indústria Avícola. pg 42-46. Nilipour, A. 1994. Produciendo pelets de calidad. Indústria Avícola. 41(2):28-35. Nir, I., J.P. Melcion e M. Picard. 1990. Effect of particle size of sorghum grains on feed intake and performance of young broilers. Poultry Sci. 69:2177-2184. Nir, I. G. Shefet e Y. Aaroni. 1994. Effect of particle size on performance. 1. Corn. Poultry Sci. 73:45-49 Nir, I., R. Hillel, G. Sheret e Z. Nitsan. 1994. Effect of grain particle size on performance. 2. Grain texture interactions. Poultry Science 73:781-791. Nir, I., R. Hillel, I. Ptichi e G. Shefet. 1995. Effect of particle size on performance. 3. Grinding pelleting interactions. Poultry Science. 74:771-783. O'Neil, J.B. 1964. Further data on the feeding of concentrate pellets and whole grain to laying hens. World's Poultry Sci. 20:116-120. Portella, F.J., L.J. Caston e S. Leeson. 1987. Apparent feed particle size preference by laying hens. Can. J. Anim. Sci. 68:915-922. Portella, F.J., L.J. Caston e S. Leeson. 1988. Apparent feed particle size preference by broilers. Can. J. Anim. Sci. 68:923-930. Reece, F.N., B.D. Lott e J.W. Deaton. 1986. Effects of environmental temperature and corn particle size on response of broiler to pelleted feed. Poultry Sci. 65:636-641. Rhodia Nutrição Animal Ltda. 1992. Vitamin Premix Clinic. pp 49-56. Rose, S.P., M. Fielden, W.R. Foote e P. Gardin. 1995. Sequential feeding of whole wheat to growing broiler chickens. British Poultry Sci. 36:97-111. Savory, C.J. 1979. Feeding Behavior. pp. 277-323. In: Food Intake Regulation in Poultry. K.N.Boorman e B.M.Freeman, British Poultry Sci, Ltd, Edinburgh, Scotland. Voeten, A.C. e Van de Leest, L. 1989. Influence of the peletting temperature used for feed on salmonella infection in broilers. Arch. Geflugelk 53(6):225-230. |