AGROMERCADOS |
Durante su exposición en la apertura del seminario de Biotecnología “Oportunidades y Desafíos de la Biotecnología para la Agricultura del Mercosur”, el director del Centro de Estudios Latinoamericanos “David Rockefeller” de la Universidad de Harvard (DRCLAS), el Profesor de Biología Otto T. Solbrig, reflexionó sobre el debate en torno a las variedades transgénicas. “Si lo analizamos puramente en términos científicos, la discusión es absurda, dado que no hay ninguna evidencia de que las nuevas tecnologías representen un problema para la salud o el bienestar humano”, manifestó Solbrig. Luego agregó: “desde un punto de vista ambiental, prometen reducir insumos, sobre todo de herbicidas e insecticidas. Estoy convencido de que las ventajas son mucho mayores que los costos” . Para el especialista, el debate sólo se puede entender si se analiza el contexto socioeconómico actual. En este sentido, enumeró una serie de transformaciones sociales que están ocurriendo en el mundo.
“Aquí está la clave para entender la posición del consumidor europeo frente a los productos transgénicos. Para el habitante de los países ricos, la calidad, y no el precio o la cantidad de los alimentos, es lo que cuenta. Enfrentado a mensajes confusos y contradictorios sobre la seguridad de los productos transgénicos, el consumidor europeo no ve ventajas y teme que haya riesgos escondidos. En realidad no los hay”, aseguró.
Para Otto Solbrig, “la agricultura sustentable es aquella que mantiene la integridad de los recursos naturales; es rentable para el agricultor y las industrias asociadas a la agricultura; contribuye a aumentar la calidad de vida de las poblaciones rurales y fortalece las estrategias de desarrollo del país”. “El argumento que se esgrime contra las variedades transgénicas es que son uniformes, por lo tanto reducen la biodiversidad genética de los cultivos y la estabilidad. Por lo tanto reducirían la sustentabilidad de la agricultura, lo que constituye otro argumento erróneo esgrimido contra las variedades transgénicas”, agregó el profesor en biología. Basándose en esta definición, sostuvo: “Entre las nuevas tecnologías rentables que ayudan a conservar y/o mejorar recursos naturales, podemos citar la siembra directa, la agricultura de precisión, el riego por goteo, el manejo integrado de plagas (IPM), el manejo integrado de la granja, y las variedades de alto rendimiento, incluyendo las variedades transgénicas”.
Para Solbrig, gran parte del movimiento ambientalista europeo actual obedece a “reacciones de una población con pocos problemas económicos básicos, que dispone de tiempo libre, y que está preocupada por su identidad personal y el significado de la vida”.
“En la agricultura, la biotecnología ya está ofreciendo productos muy atractivos: las sojas RR y los maíces Bt, que permiten un mejor control de malezas al usar un herbicida menos tóxico y más barato, que reduce significativamente los costos de producción y protección contra insectos dañinos”, manifestó. Y agregó:“ya están empezando a comercializarse variedades de soja con mejor calidad de aceites, maíces con mejor composición de aminoácidos y variedades de trigo con mayor contenido de vitaminas. Pero todos estos avances traen riesgos: riesgos ecológicos, como es la posible difusión a malezas de genes de resistencia a herbicidas o a genes Bt en insectos”. “Estos riesgos son reales, pero si los analizamos, no son mayores que los riesgos de la agricultura convencional con su uso masivo de pesticidas y herbicidas que producen los mismos efectos de resistencia en insectos y malezas sin las ventajas de los productos transgénicos”, explicó el director del DRCLAS. |