SANIDAD DE BOVINOS

Por el Dr. Guillermo Pinilla, del staff de Nutri-Net®

En nuestra tarea de asesoramiento sanitario en el control de la enfermedad parasitaria, todo apunta a la disminución del impacto económico de la enfermedad; el desafió pasa por el desarrollo de una estrategia de control para ese caso y para cada establecimiento en particular, basado en el conocimiento biológico y epidemiológico de la enfermedad, sobre los cuales se apoyará un plan de control exitoso.

Si partimos de la base que nuestra producción de carne se realiza en alto porcentaje sobre sistemas pastoriles, las pasturas naturales y cultivadas constituyen un componente importante de la cadena alimentaria, por lo tanto las mismas se comportan como la llave de la transmisión de la enfermedad, no solo porque ellas proveen el vehículo mediante el cual los parásitos son transmitidos a los animales, sino que también los protegen de condiciones desfavorables.

Los factores que determinan los niveles de contaminación incluyen:

Nivel de contaminación con huevos en la materia fecal.

Categoría, carga animal y manejo del pastoreo.

La velocidad de desarrollo de los estadios de vida libre

La tasa de supervivencia de las larvas infectantes.

En condiciones de campo, los terneros recién destetados (marzo-abril) son expuestos a larvas

infectivas que han logrado sobrevivir durante el verano y que son suficientes para ofrecer el píe de infección a estos animales. En los animales se completa el ciclo parasitario, aportando a los pocos días huevos en la materia fecal que originaran mas larvas infectantes a la pastura. Esta situación de autoinfección permite que se encadenen varias generaciones parasitarias produciendo un importante aporte de huevos a la pastura y condicionando un alto nivel de infectividad de las mismas durante el período otoño invernal.

 

Es así que los mayores niveles de excreción de huevos se producen en los meses de julio-agosto y luego comienzan a disminuir hasta bien entrada la primavera., en que alcanza y se mantiene bajo condiciones normales, en valores bajos. Como consecuencia la disponibilidad de larvas infectantes a la pastura seguirá un patrón similar año tras año. El riesgo que representa la elevada infectividad en invierno se ve agravado por la escasa disponibilidad forrajera, que obliga a los animales a comer más abajo del suelo y de las deposiciones fecales que es donde se encuentra el mayor número de larvas. La situación descripta depende mucho del clima, dado que la presencia de lluvias o su escasez, pueden adelantar o atrasar el ciclo de vida libre.

Por lo tanto cuando se apunta al diagnóstico y control de la enfermedad, se deberá atender a la mayor cantidad de variables que intervienen en el favorecimiento de la enfermedad, pero principalmente se debería trabajar con:

Conteo de huevos por gramo de materia fecal (HPG)

Estimación de infectividad de la pastura.

Cultivo de materia fecal.

Medición de las diferencias de engorde.

Estos serían los parámetros básicos a considerar en el control de la enfermedad parasitaria, atendiendo además la categoría de animales expuestos, la edad de los mismos, la carga animal o presión de pastoreo aplicada, tipo de pastura, edad de la misma, categorías que pastaron anteriormente, época del año, condición climática (lluvias, seca, etc.). De ahí, que nos resulte difícil establecer una tabla de “ valores normales “.

Por último, las variables mencionadas a tener en cuenta para el control de la enfermedad, tienen ventajas y desventajas. La aplicación del paquete completo y el análisis de las interacciones que entre ellas se producen deben ser necesariamente realizadas con criterio profesional que determinará la mayor o menor importancia de uno u otro parámetro en cada caso en particular, permitiendo la toma de decisión en el momento apropiado