En nuestra tarea de asesoramiento
sanitario en el control de la enfermedad parasitaria, todo apunta a la
disminución del impacto económico de la enfermedad; el desafió pasa por
el desarrollo de una estrategia de control para ese caso y para cada
establecimiento en particular, basado en el conocimiento biológico y
epidemiológico de la enfermedad, sobre los cuales se apoyará un plan de
control exitoso.
Si partimos de la base que nuestra
producción de carne se realiza en alto porcentaje sobre sistemas
pastoriles, las pasturas naturales y cultivadas constituyen un componente
importante de la cadena alimentaria, por lo tanto las mismas se comportan
como la llave de la transmisión de la enfermedad, no solo porque ellas
proveen el vehículo mediante el cual los parásitos son transmitidos a
los animales, sino que también los protegen de condiciones desfavorables.
Los factores que determinan los
niveles de contaminación incluyen:
Nivel de contaminación con
huevos en la materia fecal.
Categoría, carga animal y
manejo del pastoreo.
La velocidad de desarrollo de
los estadios de vida libre
La tasa de supervivencia de las
larvas infectantes.
En condiciones de campo, los
terneros recién destetados (marzo-abril) son expuestos a larvas
infectivas que han logrado
sobrevivir durante el verano y que son suficientes para ofrecer el píe
de infección a estos animales. En los animales se completa el ciclo
parasitario, aportando a los pocos días huevos en la materia fecal que
originaran mas larvas infectantes a la pastura. Esta situación de
autoinfección permite que se encadenen varias generaciones parasitarias
produciendo un importante aporte de huevos a la pastura y condicionando un
alto nivel de infectividad de las mismas durante el período otoño
invernal.
Es así que los mayores niveles de
excreción de huevos se producen en los meses de julio-agosto y luego
comienzan a disminuir hasta bien entrada la primavera., en que alcanza y
se mantiene bajo condiciones normales, en valores bajos. Como consecuencia
la disponibilidad de larvas infectantes a la pastura seguirá un patrón
similar año tras año. El riesgo que representa la elevada infectividad
en invierno se ve agravado por la escasa disponibilidad forrajera, que
obliga a los animales a comer más abajo del suelo y de las deposiciones
fecales que es donde se encuentra el mayor número de larvas. La
situación descripta depende mucho del clima, dado que la presencia de
lluvias o su escasez, pueden adelantar o atrasar el ciclo de vida libre.
Por lo tanto cuando se apunta al
diagnóstico y control de la enfermedad, se deberá atender a la mayor
cantidad de variables que intervienen en el favorecimiento de la
enfermedad, pero principalmente se debería trabajar con:
Conteo de huevos por gramo de
materia fecal (HPG)
Estimación de infectividad de
la pastura.
Cultivo de materia fecal.
Medición de las diferencias de
engorde.
Estos serían los parámetros
básicos a considerar en el control de la enfermedad parasitaria,
atendiendo además la categoría de animales expuestos, la edad de los
mismos, la carga animal o presión de pastoreo aplicada, tipo de pastura,
edad de la misma, categorías que pastaron anteriormente, época del año,
condición climática (lluvias, seca, etc.). De ahí, que nos resulte
difícil establecer una tabla de “ valores normales “.
Por último, las variables
mencionadas a tener en cuenta para el control de la enfermedad, tienen
ventajas y desventajas. La aplicación del paquete completo y el análisis
de las interacciones que entre ellas se producen deben ser necesariamente
realizadas con criterio profesional que determinará la mayor o menor
importancia de uno u otro parámetro en cada caso en particular,
permitiendo la toma de decisión en el momento apropiado